Arrestan al líder de inteligencia del ISIS en Afganistán
Las fuerzas afganas anunciaron el arresto de dos ciudadanos pakistaníes, uno de los cuales operaba como jefe de inteligencia del ISIS y estaban operando en territorio de Afganistán.
La Dirección Nacional de Inteligencia afgana celebró el arresto de dos ciudadanos pakistaníes íntimamente relacionados con la cúpula del Daesh (ISIS). Este hecho se suma a una larga cadena de derrotas que el Estado Islámico viene sufriendo en Medio Oriente.
El primer arrestado cuyo nombre es Moghin Azghar era jefe de inteligencia del ISIS. El segundo, de nombre Faridullah, era acompañante del cabecilla terrorista.
Durante el operativo llevado a acabo por las brigadas afganas fueron confiscados celulares, armamento y sus carnets de identidad nacional pakistaní. Por el momento el grupo terrorista ha mantenido silencio sobre el hecho.
Soldados afganos
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Recordemos que durante el mes de abril otro cabecilla de ISIS fue arrestado en territorio afgano. En dicho caso, Aslam Farooqi, también de origen pakistaní había sido detenido junto a otros 37 terroristas. El operativo, sumado a los recientes arrestos, han hecho acrecentar los conflictos entre Afganistán y Pakistán donde este último está siendo acusado de fomentar el terrorismo en el país vecino.
En reiteradas ocasiones Pakistán ha reclamado por la libertad de los terroristas arrestados y no sería extraño que en las próximas horas proceda de igual manera con los recientes arrestos. Del lado afgano se reivindica estos arrestos como nuevas derrotas frente al enemigo terrorista.
La captura de estos dos terroristas se encuadra en la marcada violencia institucionalizada que vive el país hace décadas potenciada por el auge de los nuevos actores dentro de la política del Medio Oriente. Es probable que no sea la última detención que ocurra en un clima muy caldeado, pero la buena noticia es que ISIS ya es cosa del pasado.
Los rumores que recorren el Palacio Presidencial tomado por los talibanes indican hechos de violencia entre las distintas facciones del régimen.
Tras la caída de Kabul en manos de los talibanes y la toma del Palacio Presidencial a mediados de agosto, los seguidores del mulá Abdul Ghani Baradar se hicieron con el control del Estado y formaron el Emirato Islámico de Afganistán.
Baradar fue siempre el más “moderado”, entre muchas comillas, del Talibán, y hace años que venía pidiendo un tratado de paz con Estados Unidos, e incluso lográndolo con Trump en 2020, frenando múltiples ataques terroristas para honrar el acuerdo.
Sin embargo, la llegada al poder de las fuerzas islámicas trajeron la confluencia de todas las facciones del Talibán, y rápidamente se abrió una grieta dentro del grupo terrorista entre los “moderados” y los “radicales”.
Cabe destacar que los talibanes moderados están lejos de ser considerados de centro o “pragmáticos” si usamos el estándar occidental, sino que refiere a talibanes más abiertos al diálogo con otras naciones islámicas menos estrictas con la Ley Sharia como podría ser Emiratos Árabes Unidos o Marruecos, por ejemplo.
Si bien todo indicaba que Baradar iba a ser el máximo mandatario del Ejecutivo afgano, los Cinco Talibanes, que son los verdaderos líderes del grupo, que fueron liberados de Guantánamo por Obama en 2014 y están refugiados en Qatar desde entonces, enviaron la orden que el Emirato debe tener un Líder Supremo, y nombraron a Hibatullah Akhundzada, un talibán del ala más radical, como la máxima autoridad.
Esto generó fuertes fricciones internas en los primeros días del régimen, y los primeros enfrentamientos fueron revelados por la agencia informativa AP, que consultó con dos importantes funcionarios afganos, que pidieron permanecer anónimos, y afirmaron que hubo hechos de agresión en los pasillos de los edificios gubernamentales, y que incluso se puso en peligro la vida de Baradar.
Según se dice, los moderados están enojados y tensos dentro del propio gobierno por el amplio nombramiento de ministros del ala más radical en el nuevo gabinete, fallando a las promesas que hicieron los talibanes moderados frente a las cámaras internacionales prometiendo que este nuevo gobierno tendrá políticas más pragmáticas e inclusivas.
El mulá Abdul Ghani Baradar, encargado de las negociaciones por la paz.
En 2008 un traductor se postuló como voluntario para rescatar a Joe Biden y John Kerry cuando su helicóptero cayó en un valle en Afganistán en una visita de los senadores a Kabul que terminó en un accidente.
La salida de Estados Unidos de Afganistán sigue entregando tristes historias de abandono que marcan la postal del fracaso del gobierno demócrata en su política exterior.
Una de las historias más impactantes es la de un intérprete afgano, que fue traductor personal de Joe Biden cuando el actual presidente era senador, quien además lo rescató en 2008 cuando en una visita a Afganistán, su helicóptero cayó en un valle en las afueras de Kabul.
El intérprete afgano, cuyo apellido no ha sido revelado por cuestiones de seguridad, pero que de nombre es Mohammed, fue quien socorrió al entonces senador por Delaware y a otros dos altos funcionarios norteamericanos de la administración Bush cuando su helicóptero se vio obligado a tocar tierra luego de una tormenta de nieve en los valles del país de Asia. Ahora, Mohammed denuncia que no fue extraído de Afganistán y ahora está varado en en Emirato y perseguido por el Talibán.
“Hola Señor presidente, sálveme a mi y a mí familia. No me olvides aquí”, sostuvo Mohammed en un comunicado que hizo público a través de una organización privada que está tratando de rescatar a los norteamericanos y colaboradores afganos que quedaron varados en Afganistán.
El actual presidente de los Estados Unidos dio por finalizada la presencia en Afganistán luego de que el último avión militar C-17 despegase del Aeropuerto de Kabul con distintos funcionarios abordo, entre ellos Ross Wilson, el embajador norteamericano en territorio afgano.
Esta situación traspaso el océano y los representantes de la Casa Blanca se vieron obligados a dar explicaciones. Quien se enfrentó a los micrófonos fue Jen Psaki, secretaria de prensa de la Casa Blanca, que agradeció el papel de Mohammed en 2008 y, además, agregó que Estados Unidos buscará la forma para ayudarlo a salir con vida de Afganistán, pero de forma diplomática negociando con el Talibán.
En palabras textuales, la funcionaria sostuvo: “Nuestro mensaje para él es gracias por luchar a nuestro lado durante los últimos 20 años. Gracias por el papel que desempeñó para ayudar a varias de mis personas favoritas a salir de una tormenta de nieve y por todo el trabajo que hizo”. Y agregó que el compromiso de Estados Unidos no se centra solamente en sus compatriotas, sino también se preocupan por sus aliados. Sin embargo, dejó en claro que hoy en día se encuentran en la fase diplomática para ayudar a Mohammed y a su familia.
Por aquel entonces, cuando Biden era senador, Mohammed era un intérprete aliado que trabaja con el Ejército de Estados Unidos y quien se sumó a una caravana que respondió al llamado de auxilio de los funcionarios, entre ellos el actual presidente estadounidense y el actual secretario de medio ambiente y ex canciller, John Kerry.
Según distintas fuentes, el grupo de personas que cooperó en el rescate de los americanos tuvo que enfrentarse a los tiros a más de 100 talibanes para abrirse paso por los valles de Afganistán.
Como consecuencia de su activa cooperación con las Fuerzas Armadas de Estados Unidos, Mohammed entabló relación con algunos de los soldados. Uno de estos fue Shwan O’Brien, un veterano que está ayudando a sacar personas del país que ha caido en manos del extremismo islámico.
O’Brien destacó la participación del intérprete y, además, elevó un pedido para sus funcionarios compatriotas: “Si solo puedes ayudar a un afgano, elige a Mohammed”.
Más allá de este pedido, Mohammed no corre con la misma suerte que los funcionarios rescatados, ya que a él y a su familia les habían prometido la huida del terror que se vive en Afganistán. Sin embargo, Mohammed se vio obligado a quedarse en su país porque, al llegar al aeropuerto de Kabul, fue informado que solamente él tenía autorización para viajar, pero no así su familia.
Las medidas ridículas del nuevo régimen talibán produjeron a un colapso financiero generalizado. Los bancos y cajeros automáticos dejaron de funcionar en todo el país, mientras que la población desesperada recurre al trueque después de haber perdido todos sus ahorros.
La consolidación del nuevo régimen fundamentalista islámico provocó un colapso financiero y un clima de caos económico en Afganistán. Todos los bancos se vieron obligados a cerrar tras las ridículas disposiciones del régimen, y los cajeros automáticos dejaron de tener efectivo.
Se produjo una violenta interrupción de la cadena de pagos en toda la economía afgana, provocando un colapso del sistema económico. Todos los ahorros bancarios fueron retenidos por el Gobierno talibán, produciendo así una profunda catástrofe humanitaria.
Al cortarse de forma abrupta la cadena de pagos, todas las transacciones en la economía quedaron distorsionadas. Esta situación fue dramática para una gran cantidad de comercios y restaurantes, que fueron condenados a la quiebrainmediatamente.
Además, mediante el nuevo control de cambios y las restricciones sobre la cuenta capital y financiera, Afganistán se autoimpuso un bloqueo para cualquier tipo de ayuda internacional. Cerca de 18 millones de personas dependían de forma directa de las remesas que venían desde el exterior, por lo que las nuevas normativas de los talibanes condenaron a estas personas a la pobreza extrema en tan solo cuestión de horas.
Sin nada de efectivo en las calles, con los flujos de divisas y capitales bloqueados y con una cadena de pagos completamente destruida, la población afgana se vio obligada a recurrir al trueque y a la venta de pertenencias para garantizar al menos un mínimo nivel de subsistencia.
Las nuevas regulaciones sobre el mercado laboral, especialmente las restricciones sobre el empleo para mujeres, ya están provocando un derrumbe de la estructura económica del país al tener que lidiar con tantos cambios en tan poco tiempo.
Histórica postal que sintetiza la retirada de los Estados Unidos de Afganistán tras 20 años de intervención.
El colapso de la actividad económica no solo fue nocivo para el sector privado, sino también para el propio sector público que depende de él. Se espera una caída de por lo menos 9,7% para 2021 e incluso comparando contra el 2020, que fue un año recesivo para la mayoría de los países del mundo. A causa de la pandemia, la economía afgana ya había caído un 5% el año pasado.
Ante la falta de financiamiento internacional y la escaza recaudación tributaria, el Estado afgano financió sus todos sus desequilibrios con una masiva emisión monetaria.
En materia de precios, y después de años de estabilidad monetaria, en tan solo cuestión de días los talibanes destruyeron todo el progreso conseguido. Se estima que los alimentos aumentaron un 50% en las últimas semanas, y los combustibles se dispararon hasta un 75%.
Pero incluso a pesar de la financiación monetaria, el nuevo régimen teocrático no fue capaz de pagar exitosamente los salarios de los empleados públicos o garantizar siquiera un orden mínimo en la administración central. Los empleados del Estado no están percibiendo ningún tipo de remuneración y quedaron librados a su suerte.
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