Era una reunión festiva, para conmemorar los 30 años de la creación del Mercosur, Alberto Fernández confrontó dura e innecesariamente con el presidente uruguayo Lacalle Pou. De un momento a otro, el encuentro virtual de presidentes del bloque regional se transformó en un tenso debate sobre cerrar o abrir las economías de los países.
Brasil propuso una reducción de aranceles, Uruguay agregó que además quiere que los países del Mercosur puedan hacer tratados de libre comercio por su cuenta sin tener que conseguir el apoyo de las otras naciones. “Obviamente que el Mercosur pesa, obviamente que su producción pesa en el concierto internacional, lo que no debe y no puede ser es que sea un lastre. No estamos dispuestos a que sea un corset del que nuestro país no pueda moverse”, sostuvo Lacalle Pou.
Pero el socialismo en sangre de Alberto Fernández no se la dejó pasa y decidió confrontar con el mandatario uruguayo: “Si nos hemos convertido en una carga, lo lamento. No queríamos ser una carga para nadie. Una carga es algo que hace que a uno lo tiren de un barco y lo más fácil es bajarse del barco si la carga pesa mucho“.
El choque fue sorpresivo, hasta ahora, Fernández y Lacalle habían mantenido una profunda amistad más allá de sus irremediables diferencias ideológicas. Sin embargo, en un exabrupto que demuestra el nivel de intensidad que está atravesando Alberto Fernández, con muchos sectores del kirchnerismo pidiendo que dé un paso al costado y la deje asumir a Cristina, el presidente argentino rompió con la diplomacia y se victimizó.
Concluyó con que a él le da orgullo ser parte de un bloque rígido que genera más trabas en el comercio que soluciones: “Terminemos con esas ideas que ayudan tan poco a la unidad. No queremos ser lastre de nadie, si somos un lastre, que tomen otro barco, pero lastre no somos de nadie. Para mí es un honor ser parte del Mercosur”.
Para la prensa internacional, Argentina volvió a quedar enemistada con Uruguay en temas económicos, como en pleno gobierno kirchnerista, con Botnia y las pasteras.
Alberto Fernández le había prometido a Lacalle en su primer conversación oficial que no tomaría el mismo camino de confrontación que tuvo el ex presidente Néstor Kirchner, pero la situación lo superó.
Pero esta vez el panorama es muy distinto. Por primera vez en muchas décadas se dio que el Mercosur tiene 3 de los 4 mandatarios en favor del libre mercado, Jair Bolsonaro (Brasil), Luis Lacalle Pou (Uruguay) y Mario Abdo Benítez (Paraguay).
En el pasado, el PT en Brasil y el Frente Amplio en Uruguay acompañaron al kirchnerismo en sus delirios proteccionistas que sólo dañan el comercio y el empleo en Latinoamérica. Hoy, el kirchnerismo está sólo.
Tampoco tiene al socialismo en Chile como tuvo Cristina con Bachelet o una Bolivia hegemónicamente controlada por Evo, quien poco a poco está reconstruyendo su régimen.
La situación de Alberto Fernández es crítica. Uruguay, Brasil y Paraguay tienen poco riesgo país, baja inflación y no deben 44.000 mil millones de dólares al Fondo Monetario Internacional (FMI). De los 4, Argentina es el único país que atraviesa una crisis económica que excede la pandemia. Además, es el que más cayó de todo el Mercosur en términos de PBI y pobreza.

Bolsonaro no confrontó directamente contra Fernández, pero fue él quien presentó la propuesta de flexibilizar el Mercosur y traerlo definitivamente al siglo 21. “Defendemos la modernización del bloque, como la actualización de las tasas arancelarias externas. A Brasil le gustaría destacar la importancia de la reunión que los cancilleres van a realizar en abril en materia de revisión de las tasas y aranceles propuesto por Brasil”, aseguró el mandatario brasileño.
Bolsonaro llamó a ser parte de la llamada “cuarta revolución industrial” y dijo que para eso hay que redoblar los esfuerzos en las negociaciones externas.
“Queremos celeridad y concentrar nuestro trabajo en generar inversiones externas que puedan generar trabajo, empleo y renta. Deseamos que nuestras economías puedan participar aún más de las nuevas cadenas regionales y mundiales de valor, especialmente en este momento cuando necesitamos superar con urgencia los grandes daños ocasionados por la pandemia”, insistió Bolsonaro, quien mantiene una profunda creencia en la teoría económica liberal y detesta los preceptos del socialismo berreta que ha mantenido en la pobreza a la región por los últimos 20 años.
Mientras que Brasil defiende flexibilizar el Mercosur para que cada país pueda negociar acuerdos comerciales con otros países de forma independiente y propone una reducción gradual del arancel externo común “para mejorar la competitividad” del bloque, Argentina busca mantener en coma inducido a la industria nacional, evitando que pueda competir con el resto del mundo, mejorar su productividad y generar más empleo.
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