Luego de revelarse los resultados de las últimas elecciones presidenciales en Bielorrusia, mucha gente salió a las calles denunciando el fraude que supone la victoria por el 80% de los votos de Alexander Lukashenko, quien es el presidente del país desde 1994, a pesar de que la mayoría de la gente, a través de los boca de urna independientes, afirma haber votado a la oposición.
Sólo en Minsk, la capital del Estado ex soviético, se estima que fueron 60.000 ciudadanos quienes salieron a manifestarse tras oír del fraude por parte del gobierno de Lukashenko.

Tijanóvskaya emitiendo su voto.
Perfil político y propuestas de Tijanóvskaya
A sus 37 años de edad, quien le disputa el poder al último dictador de Europa estaba dedicada al cuidado del hogar y de sus hijos mientras realizaba actividades políticas en la plataforma de su marido, hace tan solo un año atrás.
Aunque es una candidata independiente, es apoyada por el partido Democracia Cristiana Bielorrusa, el Partido Socialdemócrata Bielorruso, el Partido Cívico Unido de Bielorrusia y el Partido de la Mujer Bielorrusa.
Tijanóvskaya se lanzó a la política masiva y anunció su candidatura luego del arresto de su marido, y tomó una gran parte de su plataforma asegurando que en caso de ser electa liberaría a los presos políticos, democratizaría el país y dimitiría a los 6 meses de gobierno para organizar elecciones verdaderamente democráticas.
Por otro lado, a pesar de que el idioma más usado en Bielorrusia es el ruso, la candidata apoya la expansión del bielorruso dentro de la sociedad y la promoción de la cultura nacional.
Debido a su popularidad, el Gobierno de Lukashenko no dudó en ordenar su captura, y al día siguiente de los comicios, Tijanóvskaya anunció que se había escapado en carácter de refugiada a Lituania. Desde allí promete dirigir huelgas nacionales en todo el país hasta que el régimen publique los resultados reales de las elecciones.
A pesar de que se la considera una progresista dentro del país, para el posicionamiento mundial es una nacionalista. Apoya el comercio con la Unión Europea pero rechaza unirse a ella, propuso una reforma educativa para enseñar la verdad sobre la historia del país y quiere alejar la influencia de Rusia del Gobierno.

Tijanóvskaya, en protestas contra el Gobierno, con la bandera “blanca-roja-blanca”, característica del movimiento nacionalista anti-ruso.
Existe hace largos años un gran conflicto interno en el país, entre quienes se identifican con una cultura e identidad propia, y quienes sienten un gran sentido de pertenencia con la identidad rusa.
Este conflicto estalló en Bielorrusia tras la caída del muro y las negociaciones para la formación de un Estado independiente, que concluyeron con la formación de la actual República de Bielorrusia. Si bien se logró la autonomía, rápidamente llegó al poder Lukashenko, quien desde 1994 ha hecho todo lo posible para que el país siga en las garras de la influencia rusa.
Incluso rechazó la incorporación de la histórica bandera “blanca-roja-blanca” que representa la independencia bielorrusa y la identidad nacional, eligiendo en su lugar la bandera rojiverde utilizada por el país durante su ocupación soviética.
Tijanóvskaya prometió quitar a Bielorrusia de la esfera de influencia del Kremlin, prometió modernizar la economía del país, que todavía se niega a privatizar la gran mayoría de las empresas que habían sido estatizadas durante la Unión Soviética, y quitar reincorporar todos los símbolos patrios históricos.
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Arriba: bandera “Verde-Roja”, pro-rusificación. Abajo: bandera “Blanca-Roja-Blanca”, nacionalista.
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