En el marco de un crecimiento sostenido desde junio, el Banco Central de Brasil actualizó sus previsiones e informó que la contracción del PBI (Producto Bruto Interno) será solamente del -5% para el 2020, menos de la mitad de lo que se estima caerá, por ejemplo, el PBI argentino en el mismo período.
En su reporte, la entidad monetaria afirmó que la economía brasileña presenta una “recuperación parcial” y que crece de forma “relativamente más rápida que los demás países emergentes”. Entre los factores que influenciaron esta estimación favorable se encuentran la mejora en los indicadores domésticos, la ralentización de la pandemia y la “evolución esperada de la economía internacional”.
Por otra parte, estima que la inflación alcanzará el 2,1% para finales del 2020, a pesar de los reportes falsos de medios de izquierda que hablaban de una masiva inflación para este año.
Consecutivamente, la nueva proyección prevé un crecimiento acentuado para el tercer trimestre, debido principalmente a las medidas adoptadas por Bolsonaro y al gradual retorno de los niveles de consumo vigentes antes de las políticas de aislamiento.
En marzo, el Congreso aprobó el programa de Renta Ciudadana, que entregó 600 reales por mes a más de 66 millones de brasileros pobres, informales y desocupados, lo que, junto con una inflación mínima y tasas de interés bajas, logró sostener el consumo y ponerle fin a la caída de la economía.
Renta Ciudadana, además, unificó varios programas sociales y simplificó la burocracia del sistema clientelar brasileño, por lo que la cantidad efectiva de personas que reciben este dinero (y que no se pierde dentro del sistema) aumentó.
En septiembre, el Gobierno redujo la ayuda a 300 reales y confirmó que se mantendrá hasta fin de año. Sin embargo, se discute qué hará el Gobierno en 2021, ya que el programa significa un alto costo fiscal que está siendo financiado con deuda pública interna.
Para el año próximo, el Banco Central proyecta un crecimiento de la actividad económica brasileña del 3,9%, aclarando que dicha previsión se encuentra condicionada por la continuidad de las políticas económicas y el mantenimiento del ajuste fiscal.
Dos sectores claves podrían explicar el crecimiento futuro: el sector agro-ganadero, que creció más del 10%, aportó gran parte del superávit comercial y posee tendencia alcista, y el gas, que traerá gran cantidad de inversiones, reducirá el costo de la energía y permitirá el acceso al gas a 14 millones de familias que actualmente usan leña.
En este contexto de recuperación económica, Brasil desplazó a China como principal socio comercial de la Argentina, revirtiendo tres meses consecutivos en que el gigante asiático lo superó por un 49%. Aunque parecía que China se impondría, la tendencia no sólo se revirtió en agosto, sino que todo indica que la diferencia aumentará en los próximos meses del año.
Además, la revaluación del real que se está produciendo luego de alcanzar el piso de los 5,80 por dólar, abaratará la producción argentina y le dará a la economía brasileña un mayor poder de influencia sobre el comercio argentino.

Paulo Guedes, super-ministro de Economía, junto a Bolsonaro.
En medio de una reunión virtual organizada por Cancillería y el BICE (Banco de Inversión y Comercio Exterior) en la que participó el titular de la Cámara de Comercio Argentino-Brasileña de Sao Pablo, José de Mendiguren (titular del BICE) destacó que “Brasil es el destino natural para los productos argentinos y es clave coordinar las políticas públicas con el financiamiento para acompañar a las exportaciones de nuestras empresas”.
En concreto, las exportaciones e importaciones bilaterales con el gigante del Mercosur comenzaron a reactivarse en junio, y se tienen expectativas en relación a la reacción brasileña frente a la semilla de trigo transgénico HB4 (resistente a la sequía), desarrollada por la empresa biotecnológica Bioceres y recientemente aprobada por el gobierno argentino.
Bolsonaro y Guedes deberán enfrentar distintos desafíos a futuro. El principal riesgo, según un informe del Estudio Broda, es la cuestión fiscal. Cuatro de cada diez brasileños se encuentran en “inseguridad alimentaria” y se estima que se perderán 500.000 puestos de trabajo, mientras que el programa de Renta Ciudadana provocó un aumento de la deuda pública interna.
Sin embargo, hay consenso entre el gobierno y el Congreso de respetar el gasto previsto por la Ley de Responsabilidad Fiscal y como Bolsonaro cuenta con el apoyo político necesario para seguir avanzando en las reformas económicas, el riesgo país es inferior a los 400 puntos.
Si no se interrumpe la disciplina fiscal, el pilar de la economía brasileña, el plan económico de Guedes podría seguir funcionando tan bien como lo viene haciendo hasta ahora. Las privatizaciones jugarían un rol crucial.

Bolsonaro impulsa un ambicioso plan de privatizaciones, que incluye empresas del sector energético, el correo, y más.
Usted debe estar conectado para publicar un comentario Inicio de sesión