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Coronavirus

El riesgo de una cibervigilancia sin retorno

El coronavirus pone sobre la mesa una vieja (pero fundamental) discusión sobre las libertades individuales. Europa se debate copiar las tecnologías que aplicaron China o Singapur para mejorar el rastreo de casos pero, a su vez, violando la privacidad de miles de usuarios.

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Análisis, por Mauro Berchi

Mientras en Argentina Alberto Fernández extiende el período de confinamiento intentando apoyarse en los gobernadores a los efectos de flexibilizar– siempre a tientas –una medida que comienza a resultar insostenible, en Europa Google y Apple firmaron un acuerdo por el cual sus sistemas operativos móviles colaborarán en la lucha inteligente contra el COVID-19.

La sigla que define a la estrategia digital de la Unión Europea (UE) para seguimiento y control del contagio es DP-3T, es decir, Decentralized Privacy-Preserving Proximity Tracing, que podría traducirse como Trazabilidad Descentralizada de la Proximidad con Resguardo de la Privacidad. 

Por supuesto, se apoya en la geolocalización de los teléfonos móviles, pero complementa esa tecnología con la ya conocida vinculación entre dispositivos que brinda Bluetooth.

La idea es que, en el viejo continente, los sistemas operativos Android y iOS (que proveen las dos gigantes mencionadas) se actualicen en estos días e incorporen la capacidad de usar Bluetooth sin que sea necesaria ninguna acción por parte del usuario. Así, los teléfonos dialogarán entre ellos con independencia de sus dueños. 

Habiendo sido instalada previamente alguna de las aplicaciones oficiales para seguimiento del virus, los celulares que se encuentren cerca, a no más de 5 metros, intercambiarán datos sobre síntomas o diagnóstico compatible con coronavirus que los usuarios hayan cargado a la app. 

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De esa forma, se podrá trazar la propagación del virus con la precisión necesaria para poder identificar a quién debe aislarse. Es el modelo que usó China, pero ocurre que allí, con Huawei como gran operador de telecomunicación digital, más WeChat y Alibaba– los equivalentes chinos de Whatsapp y Amazon, respectivamente integrándose con otras aplicaciones sanitarias obligatorias, fue relativamente sencillo implementar algo así”, explica Miguel Pérez Subías, responsable de Relaciones Institucionales de PIMCity.

PIMCity es el acrónimo de Personal Information Management City, un nombre con el que se engloba al sistema de herramientas digitales de protección de privacidad digital que utiliza la UE. En octubre pasado, se incluyó en su programa de investigación y desarrollo con miras a obtener resultados en 2022 y, para ello, brindó un financiamiento de 6,2 millones de euros.

En diciembre se consolidó un consorcio de 13 entidades de todo el mundo, vinculadas con las tecnologías digitales, entre las que se destacan el Instituto Politécnico de Torino, la Universidad Carlos Tercero de España, Grupo Telefónica, NE, y la Asociación de Usuarios de Internet. Todos ellos investigan el mejor modo de proteger la privacidad en internet, y desarrollan un kit de herramientas digitales para ello.

Desde PIMCity, Pérez Subías, ingeniero informático madrileño, explica la necesidad de agregar el uso de Bluetooth para la trazabilidad minuciosa que se pretende lograr ahora en Europa.

“Ocurre que, aunque diversas empresas y gobiernos se volcaron a crear aplicaciones que usaran la geolocalización de los teléfonos celulares, luego comprendieron que las antenas de telecomunicación no arrojaban señales tan precisas como para trazar las posibilidades de contagio por proximidad”.

Dado que la geolocalización estándar no brinda información útil para saber quién estuvo con quién, entonces se pensó en el Bluetooth, una señal más débil que la de los datos móviles, pero que permite vincular dispositivos en forma directa, sin triangular con antenas. “Para eso, Google y Apple van a modificar sus sistemas operativos móviles, con el objeto de que la función Bluetooth se encienda sola, y no consuma tanta batería como de costumbre”, puntualiza Subías.

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Sin embargo, aunque este sistema parezca el más apropiado, si se observa cómo lo implementaron Singapur, Taiwán o Corea del Sur, diversos referentes de la privacidad informática en Europa plantean reparos respecto del modo en que se mantendrá respeto por la privacidad de los usuarios.

En ese sentido, Lorena Jaume Palasí, filósofa especialista en ética algorítmica, y asesora del comité de crisis de Alemania, tiene dudas sobre si la información que se obtenga de estos procedimientos será tratada sin vulnerar el Reglamento General de Protección de Datos, gran paraguas normativo europeo en la materia.

“El gobierno alemán nos informó, en las últimas horas, que piensan incorporar nuevas funciones a las aplicaciones que se integren desde cada país para trazar los movimientos de los usuarios. En el comité de crisis estamos evaluando cómo se respetará el anonimato de quienes sean COVID-19 positivos, y hasta cuándo los gobiernos poseerán la información”, advierte Palasí.

También, el español, Pérez Subías, plantea inquietudes al uso de la tecnología digital, pero desde otro ángulo:

“nosotros sostenemos que los gobiernos europeos deberían instar a Google y a Facebook, por ejemplo, a abrir sus bases de datos para la comunidad científica. Ellos vienen ganando mucho dinero con eso, y la gente ya usa sus aplicaciones. Si se accediera a los registros que esas empresas poseen de nuestra conducta digital, se podría hacer trazabilidad precisa sin desarrollar ninguna herramienta nueva”.

El planteo es, al mismo tiempo, astuto, audaz, pero de difícil concreción. Si los gigantes de la comunicación digital accedieran al pedido y brindaran la información que tienen, “se produciría un nuevo Cambridge Analytica”. Quedaría al descubierto que, en el siglo XXI, la privacidad es un sueño.

En los países asiáticos, la privacidad y las libertades individuales no están arraigadas en los fundamentos costitutivos de sus países. En China, directamente no existe el concepto de privacidad y en regiones como Corea del Sur o Singapur no se pone en duda que, en tiempo de emergencia, el Estado avance sobre los derechos de las personas para asegurar el bien común.

Pero en los países europeos o en Estados Unidos es otra la historia. Occidente valora la libertad de expresión por sobre todas las cosas y pone en jaque cualquier ley o medida que se trate de implementar violaciones de la privacidad. De esta manera, lo que funcionó en China puede generar más conflictos que soluciones en países como España, Inglaterra o Estados Unidos. No hay punto de comparación, y las empresas tienen que entender el contexto de cada país en donde operan.

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Después de todo, volviendo a Argentina, en los últimos días se actualizó la app CuidAR que, más allá de incorporar nuevas funciones, no convence porque plantea innumerables dudas: ¿Su uso es obligatorio u optativo? ¿Cómo saber si los datos son ciertos? ¿En qué servidores se almacena la información? ¿Hasta cuándo?

Por lo pronto, no parece que nuestro encierro haya servido para que Argentina se prepare convenientemente, ni en materia sanitaria, ni económica, ni tecnológica. Sólo se está postergando un pico de contagios que, cuando llegue, puede colapsar el sistema sanitario. Como muchas veces en nuestra historia, pateamos para el futuro lo que no queremos resolver hoy.

Ahora que se abren de a poco las puertas a la calle, se asoman, al mismo tiempo, nuevas incógnitas.

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Coronavirus

Entre más capitalista un país, más preparado para la pandemia está

A nivel mundial, los países más capitalistas son los que mejor han enfrentado los desafíos del coronavirus, con efectivos tests a la población y un exitoso distanciamiento social. Mientras que los países socialistas ni se esfuerzan en conocer los verdaderos números.

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Nota de Emilio Yitzhak, editor de la sección “Latinoamérica”

Resulta bastante paradójico ver que quienes ayer cantaban “el Estado opresor es un macho violador”, hoy comunican a través de su iPhone en Twitter que “te cuida el Estado, no el mercado”.

La pandemia se trata de una situación que amenaza la seguridad de los ciudadanos, y exactamente para eso tenemos al Estado. Sin embargo, si se analiza a fondo, el Estado necesita de un mercado para afrontar este tipo de emergencias, y en múltiples casos, este último ha superado a los gobiernos en cuanto a su reacción ante la crisis.

¿Cuáles son los países que mejor han afrontado esta emergencia? Aquellos que tienen los mercados más libres. Es por lógica: un mercado rico genera más capital para el gobierno, así como recursos clave en manos de la población para enfrentarse a este tipo de emergencias (laboratorios y hospitales privados, equipo médico, químicos sanitizantes, entre otros). En un libre mercado, en donde el estándar económico de la población sube, los ciudadanos tienen más facilidad para resguardarse en casa sin morir de hambre. 

Muchos pueden trabajar en línea por medio de plataformas facilitadas por instituciones privadas. En cambio, en Estados intervencionistas, hoy vemos que la gran mayoría de las personas requieren de seguir exponiéndose en las calles y, desgraciadamente, eligen entre morir por el virus chino o morir de hambre.

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Inclusive, hemos visto instituciones privadas brindando a los gobiernos y a los ciudadanos recursos para afrontar la crisis: Lamborghini ahora utiliza su línea de producción para fabricar cubrebocas, Mercedes-Benz readaptó sus fábricas para producir respiradores, Grupo Modelo dona gel antibacterial producido en sus plantas cerveceras, Medtronic liberó su patente de respiradores para que se puedan producir en todo el mundo, laboratorios y universidades privadas que se suman a la búsqueda de una vacuna, entre miles de otras empresas que se suman al combate contra el COVID-19.

Otro punto importante que debemos considerar es que el culpable de esta pandemia no fue un país capitalista ni democrático, sino la dictadura dirigida por el Partido Comunista Chino

Hoy en día sabemos que este régimen persiguió y silenció a los médicos y periodistas independientes que intentaron alarmar al resto del mundo sobre el peligro de este virus. Según un análisis de la Universidad de Southampton, el número de casos de COVID-19 se pudo haber reducido en un 86% si las primeras medidas que se tomaron el 20 de enero se hubiesen implementado dos semanas antes

Desgraciadamente, el estatismo chino, en conjunto con la institución burocrática de la Organización Mundial de la Salud, manipuló información e impidió que el mundo pudiese reaccionar a tiempo.

La realidad siempre rebasa a la ideología y, día a día, se comprueba: el capitalismo no sólo es el mejor sistema para combatir a la pobreza, lo es también el mejor para enfrentar todo tipo de crisis; por otra parte, el socialismo, no sólo es incapaz de enfrentar las crisis, este mismo las crea.

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Coronavirus

Se analiza el uso de un antiguo antiparasitario como nuevo tratamiento contra el COVID-19

La Ivermectina es un antiparasitario antiguo que se emplea actualmente en el rubro veterinario, pero ha dado resultados prometedores en terapia in vitro de estudios realizados en busca de tratamientos del coronavirus de la Universidad de Melbourne.

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El journal médico
de Elsevier informó hace unos días en una publicación que la FDA estadounidense aprobó el uso medico de la ivermectina como un inhibidor de la replicación del SARS-CoV-2, a nivel
experimental, es decir in vitro. 

Este, al parecer, sería capaz de reducir la carga
viral en unos 5000 viriones aproximadamente, en cuestión de 48 horas
. Hasta la fecha, indica ser un buen tratamiento contra la enfermedad.

Sin embargo, el ensayo en humanos aún no se ha dado, por ende,
no se considera que su empleo sea seguro en las dosis necesarias para generar el efecto inhibidor que se busca. Actualmente, la ivermectina se emplea como un
antiparasitario veterinario
, por su bajo costo y efecto de amplio espectro, que
lo vuelve un medicamento básico en la rama de salud animal.

No obstante, este antiparasitario en otras oportunidades ha
demostrado ser efectivo contra ciertos virus que afectan a los seres humanos
,
tales como el virus de la influenza A, el virus de la encefalitis equina
venezolana, el virus del dengue y el virus del VIH-1. Por ende, esta capacidad
antiviral no sería del todo imposible y, tal como salieron los resultados in
vitro, se espera que funcione en las pruebas en humanos que ya se comenzaron a realizar.

En Brasil, el uso de la ivermectina en humanos es muy común y se espera que sea uno de los primeros países en presentar pruebas fehacientes de que es efectivo en la lucha contra el coronavirus.

Así lo informaba el Correio Braziliense a partir de las investigaciones de la Universidad de Melbourne.

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Sin duda, cada día se avanza más en la búsqueda
de algún tratamiento definitivo que permita alivianar las muertes por COVID-19 hasta que se consiga una vacuna.

Podés seguir el avance del virus de Wuhan en todo el mundo, minuto a minuto, desde aquí:

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Coronavirus

China, Reino Unido y EE.UU.: la carrera por la vacuna contra el coronavirus

Si bien a lo largo del mundo hay más de 200 equipos que de forma independiente están produciendo una vacuna contra el coronavirus, hay tres que parecen ser las más prometedoras. Así está el panorama de la vacuna más esperada del siglo XXI.

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Hace unos días se dio la noticia más esperada del año: los esfuerzos por desarrollar una vacuna contra el coronavirus están muy avanzados y algunos laboratorios superaron con éxito varios exámenes en humanos.

La noticia se dio por la vacuna que está siendo desarrollada por una investigación de Oxford, ampliamente respaldada por un paper publicado en la revista The Lancet, dio los primeros resultados exitosos en una muestra de 1.077 personas.

Siendo esta sin dudas la más avanzada, no es la única. Así está la situación de las vacunas a nivel mundial, resaltando a las 3 más importantes hasta la fecha.


CanSino Biologics (China)

Una de las primeras farmacéuticas en publicar avances sobre la vacuna contra el SARS-CoV-2 fue CanSino Biologics, una empresa privada China pero que trabaja para el Gobierno. 

CanSino asegura contar con las investigaciones más avanzadas en el desarrollo de la vacuna, no obstante, usa como base del proyecto un virus totalmente distinto al coronavirus, incluso de otra familia: el adenovirus.

Esta vacuna serviría solamente para atacar al nuevo coronavirus en algunos casos, pero a pesar de ello, ya está en fase de ensayos en humanos y, por orden del Gobierno, está empezando a adaptarse para la producción al mismo tiempo. 

Sin embargo, tal vez desconfiando de su verdadera eficacia, el Partido Comunista chino bloqueó a la empresa de probar la vacuna en la población civil, por lo que hasta ahora solo ha sido probada en soldados del Ejército chino y en voluntarios en Brasil, donde CanSino tiene otra sede de operaciones.

Autoridades de salud de países occidentales han desestimado esta vacuna y han recomendado esperar a comercializar una desarrollada por otro laboratorio.

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Oxford (Reino Unido)

La vacuna está siendo desarrollada por el Laboratorio Avanzado de la Universidad de Oxford, en el Reino Unido. Esta vacuna es la más avanzada en el mundo occidental y se encuentra actualmente en la ultima fase de desarrollo.

En los últimos días se ha comprobado que estimula la producción de células T (células encargadas de poner en funcionamiento el sistema inmune) y anticuerpos específicos para las proteínas presentadas por el virus chino. 

La producción de esta vacuna se realizó modificando genéticamente un virus similar al SARS-CoV-2 y haciéndolo mucho más parecido al coronavirus, pero sin la parte letal del mismo. Este es introducido en las personas de manera inocua y el cuerpo desarrolla los anticuerpos necesarios para que el sistema inmune pueda vencer fácil y rápidamente cualquier futura infección del virus.

Asimismo, hasta ahora no presentó efectos secundarios severos; algunos pacientes presentaron dolor de cabeza cuando recibieron una dosis elevada de la vacuna. Hasta ahora, es la más prometedora.

Imágenes del Laboratorio de Oxford.

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Moderna (EE.UU)

Por último, se tiene la vacuna de la empresa biotecnológica Moderna, oriunda de Estados Unidos y ubicada en Massachussets.

Esta vacuna fue la primera en entrar en la etapa de ensayos en humanos. Sin embargo, se descubrió que había problemas con la intensidad calibrada en las aplicaciones. Aquellos pacientes que recibían una dosis baja de la vacuna ya presentaban un conteo de anticuerpos similar al de aquellos pacientes infectados con el virus, mientras que aquellos que recibían una dosis media (normal) de la vacuna, presentaban una cantidad mucho más elevada de anticuerpos y hubo pacientes con fatiga, escalofríos, dolores fuertes de cabeza y mialgia.

Esto, de todos modos, es muy prometedor, ya que si se pudiera calibrar bien la dosis sería rápidamente la primer vacuna que podría lanzarse al mercado.

Moderna es una de las pocas compañías del mundo que desarrollan vacunas de una manera muy peculiar. En vez de meter en la vacuna una versión “débil” del virus a inmunizar, se inyecta un lípido sintético mensajero de RNA (mRNA) que le indica al cuerpo que tiene que producir la proteína exacta para desarrollar los anticuerpos que maten al virus. 

De esta manera, el cuerpo humano nunca entra en contacto con el virus durante el proceso de vacunación, y en términos de costos y escala de producción, este método es imbatible.

De todos modos, la FDA (agencia de regulación de alimentos y medicamentos) no se ha mostrado muy favorable a certificar este tipo de vacunas y todo indica que si otro competidor estadounidense con el método clásico llega al mismo tiempo a la etapa de producción, la agencia optará por ellos.

Por último, la empresa neoyorquina Pfizer y la neojerseyés Merck, con el método clásico, le están pisando los talones a Moderna y están probando la vacuna en más de 30 mil voluntarios en todo el mundo, como Bolivia, Argentina, Brasil, Francia, Canadá y Estados Unidos.

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