Según diversos estudios y reportes científicos, Nueva Zelanda se encuentra entre los pocos países del mundo que dieron una respuesta eficaz a la pandemia del coronavirus, junto a Taiwán, Finlandia y Dinamarca. Algunos expertos también suman a Suecia y Suiza a esta lista.
El gobierno con sede en Wellington, tuvo su primer contagio de COVID-19 el 28 de febrero del 2020, que fue respondido rápidamente por la primer ministra Jacinda Ardern, la cuál estableció una alerta nacional y empezó a dialogar con las autoridades de salud sobre una respuesta adecuada.
La alerta, criticada por algunos que afirmaban que era absurdo por la baja cantidad de casos, establecía que cada médico que identifique algún síntoma del virus chino en un paciente, está obligado a testearlo por COVID.
El 20 de marzo, a pesar de tener una cifra muy baja de casos, el gobierno neozelandés estableció una cuarentena muy estricta, ante la incertidumbre mundial que había entorno a la verdadera magnitud del virus de origen chino.
La fecha coincidió con la imposición de una cuarentena por parte del mandatario argentino, Alberto Fernández, quien hoy ostenta uno de los peores números tanto sanitarios como económicos del mundo. ¿Cuál fue la diferencia entre estos dos gobiernos?
Primeras semanas de cuarentena estricta en la ciudad de Auckland, con el transporte solo permitido para personal esencial.
A pesar de la similitud entre las medidas de Nueva Zelanda y las de Argentina en una primera instancia, en el país isleño no se hizo una campaña de miedo contra el virus, si no de concientización, ni tampoco hubo una persecución policial a las personas que rompieran el confinamiento, lo que definitiva en Argentina generó descontento social y propulsó mayores desacatos.
En abril, mientras Alberto Fernández anunciaba nuevas extensiones de la cuarentena, en Nueva Zelanda ya se permitió nuevamente el transporte público, la salida libre a la calle y los centros de entrenamiento y ejercitación.
La premier Jacinda Ardern ganó muchísima popularidad por su postura liberal en cuanto a la restricción de la circulación, y en ningún momento buscó transmitir un mensaje de que se criminalizaría a aquellas personas que decidan salir a trabajar. Una postura similar a la del presidente uruguayo Luis Lacalle Pou hasta fines de 2020, quien también obtuvo excelentes resultados respecto a la pandemia.
La cosa siguió marchando acorde a las expectativas en Nueva Zelanda, y para mayo ya se había reducido de fase 4 a fase 2. En ese mes se habilitaron casi todos los comercios y servicios, e incluso se permitieron la asistencia a estadios deportivos.
Un claro ejemplo de esto fueron las imágenes virales del evento conocido como SuperRugby en el país oceánico, llevado a cabo en mayo, y que amontonó en un estadio neozelandés a 30 mil personas, muchas sin barbijo. Esto no tuvo efecto en los números de contagios, y el país mantuvo controlada al coronavirus sin tener que restringir sus libertades.
En octubre de 2020, los neozelandeses fueron a las urnas y Ardern fue reelegida con el apoyo de más del 50% del electorado.
SuperRugby. Mayo del 2020. Dos meses después de la cuarentena.
A su vez, al igual que los subsidios y planes sociales entregados por Alberto Fernández para ayudar a las poblaciones más afectadas por la cuarentena, Ardern ordenó la repartija de ayudas sociales, pero a diferencia del IFE argentino, el gobierno neozelandés se enfocó en las empresas, precisamente enviando 4.000 millones de dólares a 160.000 pequeñas empresas para que paguen sus sueldos y sus alquileres en esos casi 2 meses de cuarentena.
En cambio, en Argentina, el programa ATP estuvo enfocado en las grandes empresas y no en las PyMEs, lo que generó masivas quiebras de comercios, restaurantes, bares y locales de entretenimiento. La pobreza no paró de crecer y miles de personas pasaron de tener un trabajo estable a necesitar de ayudas del Estado para conseguir comida o provisiones básicas.
Mientras que en octubre en el país sudamericano los casos rondaban de 10 mil a 20 mil contagios por día, Nueva Zelanda se convirtió en uno de los primeros países “Libres de COVID” del mundo, presentando no más de 20 casos positivos por día hasta enero de 2021.
Jacinda Ardern anunciando la cuarentena en marzo 2020.
Muchos se preguntarán si realmente la solución a la pandemia en Nueva Zelanda fueron las medidas liberales de Ardern o el acatamiento ciudadano a las medidas de seguridad recomendadas por el Gobierno.
Lo justo es decir que no es ninguna de las dos por si sola, sino una fusión entre las rápidas pero no abusivas restricciones del gobierno, y la eficacia de la transmisión de la información a los ciudadanos.
También hay que reconocer que en Argentina la pobreza es mucho mayor a la que tiene Nueva Zelanda, con altísimos niveles de empleo informal, lo que generó que en Argentina mucha más gente necesitara salir de su casa para ir a trabajar de manera clandestina.
Al día de hoy, en Nueva Zelanda, con casi 5 millones de habitantes, los casos rondan los 5 nuevos por día y se acumulan en total sólo 2.295 desde el comienzo de la pandemia, con apenas 25 muertes, un número envidiable por el resto del mundo.
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