Si había un día apropiado para probar el vínculo entre Alberto Fernández y Horacio Rodríguez Larreta fue el de este viernes, con un dólar blue que terminó la semana volando hasta los $167 y la city inundada de malos presagios.
El Jefe de Gobierno podría haber aprovechado la situación, mostrarle con algún gesto la debilidad del equipo presidencial, que no genera certidumbre ni confianza. Pero a pesar del guadañazo de coparticipación que la Ciudad de Buenos Aires recibió inesperadamente hace casi cuatro semanas, nada de esto sucedió.
A pesar de los cortocircuitos por los fondos de coparticipación y las críticas feroces que el Gobierno nacional le propina a Mauricio Macri, el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, se mantuvo cerca del presidente, Alberto Fernández, en lo que concierne a la lucha contra la pandemia y las políticas sanitarias para salir de la crisis.
Este viernes 9 de octubre Larreta, con el vicejefe Diego Santilli, estuvo en la Casa Rosada acordando los últimos detalles del nuevo anuncio de flexibilización en la Ciudad que incluye el regreso del servicio doméstico, actividades culturales al aire libre y la vuelta de algunas actividades educativas, entre otros anuncios. Hubo buena sintonía allí.
“Tenemos que trabajar juntos con Provincia y con Nación, no hay otra manera de gestionar para mí”, repitió ante su gabinete esta semana.

Larreta y Santilli con el Presidente
La reunión fue corta. A las 17.35 Rodríguez Larreta y Santilli estaban saliendo de Casa Rosada. Y había empezado una hora antes, a las 16.30. Los primeros quince minutos se realizaron en el despacho presidencial, donde Fernández les adelantó lo que pensaba hacer en materia sanitaria, impulsando el demorado Programa Detectar que, a donde llegó, logró rápidos resultados.
Trascendió que en ese momento, el Presidente le agradeció a la Ciudad que la oposición haya acompañado en el Congreso la aprobación de la normativa que exigen los laboratorios para la introducción de las vacunas contra el COVID, que acelera los trámites de aprobación de ANMAT y otorga protección jurídica a los laboratorios que la suministren. Luego pasaron al salón contiguo, para el diálogo por videoconferencia con Axel Kicillof, quien hizo un resumen de la situación epidemiológica en la Provincia.
El jefe de Gobierno porteño habilitó las conversaciones de los equipos de Salud y, en particular, una negociación – que resultó ardua – entre Nicolás Trotta, ministro de Educación, y su par porteña, Soledad Acuña, para reabrir las escuelas para dar clases.
En este último caso, la tensión por las constantes negativas de Nación, que sintió la presión de los gremios UTE-CTERA para no acordar con la Ciudad, terminaron postergando el acuerdo al que finalmente se arribó el jueves y por el cual los alumnos de los últimos años de primaria y secundario podrán volver a clases de manera voluntaria.
Aunque en las últimas semanas se ensayaron gestos de distensión entre el jefe de Estado y Larreta, en la Ciudad ven la mano de la vicepresidenta, Cristina Kirchner, detrás del decreto que le sacó 1,18% de la coparticipación y del proyecto que tuvo media sanción del Senado para que los fondos bajen hasta el 1,4% que tenía el Gobierno porteño antes del traspaso de la Federal y los Bomberos, y colocar una cifra actualizable para ello.
En ese marco, por estos días hubo esperanza: los gestos, de manera informal, que llegaron desde la Corte Suprema permiten a los funcionarios porteños ilusionarse con que el máximo Tribunal de Justicia acepte la medida cautelar que presentó la Ciudad para frenar la quita de fondos e, incluso, para que se declare inconstitucional tanto el decreto presidencial como, de sancionarse, el proyecto que impulsó CFK. O al menos ya sentar la jurisprudencia para que, si se aprueba en Diputados, el proyecto no pueda activarse.
Además, entre los suyos Larreta discrepa con Macri en muchas cuestiones pero se siente incómodo cuando escucha de boca del Presidente las críticas a la gestión de Cambiemos como la responsable de la crisis económica.
Durante el anuncio de ayer, el Jefe del Gobierno porteño habló de plan, y varias veces, denotando una carencia del otro lado de la grieta. Describió un rumbo sostenido de aperturas desde hace dos meses y medio y mostró la foto de hoy, con el 90% de los comercios y actividades profesionales abiertas, un diseño que pudo sostenerse según el porque se pudo mejorar la situación sanitaria, a pesar de las aperturas.
Además, explicó que habrá que seguir aprendiendo a convivir con el virus, mientras encara un “plan (de nuevo) progresivo” que complemente la virtualidad de las clases en las escuelas con participación presencial.
Al momento de las preguntas de los periodistas, cuando le consultaron por la pelea con el Gobierno nacional por la quita de parte de la coparticipación, Rodríguez Larreta aclaró que “nunca se cortó el diálogo” a pesar de que no estuvo de acuerdo con la medida y se presentó ante la Justicia para revertirla.
“Yo siempre expresé mi convicción de que la Argentina necesita más diálogo y más consenso. Ni aún en situaciones como las que hubo hace dos semanas, por una decisión del Gobierno nacional que yo claramente cuestioné, significa que no tengamos que seguir consensuando. Estoy convencido de que, ante una situación tan excepcional como la que estamos viviendo con la pandemia, la única manera es trabajar en forma coordinada. Eso no va a cambiar”, insistió.
No debería sorprender la tibieza del jefe de Gobierno porteño, ya que uno de los principales asesores de Larreta es el ex jefe de Gabinete Marcos Peña, quien será recordado por su fracasada gestión durante el Gobierno de Macri.
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