Tal parece que las tensiones están a flor de piel entre la central sindicalista obrera y el hijo de CFK. Los ácidos comentarios tienen su origen en la fuerte crítica que hizo el jefe del bloque del Frente de Todos en una sesión de Diputados el pasado viernes, castigando a la CGT por haber tenido una reunión virtual vía Google Meet con la Asociación Empresaria Argentina (AEA).
Máximo dijo con cierto enfado: “Hicieron Zoom desde sus casas mientras les piden a los trabajadores que vayan a producir a riesgo de enfermarse y que hay que salir porque si no el país no produce“, al mismo tiempo que agregó: “Me parece bien y responsable que se cuiden por la edad que tienen“, destilando un sarcasmo que no fue del agrado de los representantes sindicales.
El diputado también mostró su incomodidad ante el comunicado que se difundió después de la citada reunión, en el que ambas partes planteaban la necesidad de “reducir gradualmente la presión tributaria sobre el sector formal de la economía”, y en el que la CGT expresó que “Argentina viene de muchas décadas de un mal desempeño económico”.
“Si vamos por ahí vamos a estar en un error, yo le preguntaría, por ejemplo, a Héctor Daer que me diga cuántos afiliados tenía el 25 de mayo de 2003, cuántos afiliados tenía el 10 de diciembre de 2015 y cuantos tenía el 10 de diciembre de 2019. O le preguntaría también a los otros gremios cuantos afiliados tenían y ahí vemos realmente si es tantas décadas“, fustigó Máximo Kirchner.

No es esta la primera vez que Máximo ataca a los sindicalistas de la CGT. El 14 de mayo, durante la primera sesión virtual de la Cámara baja, criticó fuertemente a Rodolfo Daer, líder del Sindicato de Alimentación Capital y hermano del cotitular de la CGT, debido al acuerdo para suspender personal sin tareas que se había firmado en la planta de Mondelez.
“Mondelez, fábrica de alimentos, los puso a los trabajadores a producir golosinas bajo el paraguas de industria alimenticia y servicio esencial, se stockeó todo lo que pudo bajo el valor actual para venderlo vaya a saber cuándo, y les baja el sueldo a los trabajadores y las trabajadoras suspendiendo la actividad” diría enfáticamente Kirchner, quien a su vez recalcó: “Equivocadamente, el Gobierno le homologó ese acuerdo. Espero que se corrija eso. Yo no tengo problema en decir esas cosas. No me quiero arrepentir de no defender a los que tenemos que defender”.
Según fuentes de la CGT, ningún dirigente está dispuesto a limar asperezas con el legislador: “Ya tuvimos una charla y no sirvió para nada. No moveremos un dedo para acercarnos a él”. En medio de un clima de alta tensión, las diferencias ideológicas se hacen patentes y los fines políticos empiezan a distanciarse entre sí.
En poco más de medio año de haber subido al poder, la luna de miel del kirchnerismo con uno de los sectores pesados del sindicalismo parece haber llegado a su fin. En la intimidad, se viene gestando una pugna entre “líderes” que se acusan mutuamente por “no trabajar”; todo un poema a la ironía, tomando en cuenta la reputación que precede a ambas partes. Como dijo Pablo Moyano – hoy uno de los “chicos mimados” del entorno K – en 2015, al referirse a Máximo Kirchner: “es buen candidato al torneo mundial de PlayStation, porque si bien vivió de la política, nunca lo vimos conducir nada”.
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