Argentina figuró como el séptimo país más “miserable” de los 156 países estudiados para la edición 2020 del Índice de Miseria Global desarrollado por el economista Steve Hanke, y permanece en el Top 10 por segundo año consecutivo.
El índice surge de sumar la tasa de desempleo, la tasa de de interés activa (endeudamiento) y la tasa de inflación minorista y restar la variación del PBI por habitante de cada país, este último dato termina resultando en una adición si la variación del producto ese año fue negativa. La lista es respaldada por la Universidad Johns Hopkins y publicada en la revista norteamericana The National Review todos los años.
El país gobernado por el kirchnerismo es el único de los primeros 10 de la lista que no atraviesa una dictadura o un conflicto bélico, aunque bajó de 136,1 puntos en 2019 a 95 en 2020.
Esto generó un descenso del 2do al 7mo puesto en un sólo año, aunque esta “mejoría” se explica también porque a diferencia del 2019, para el 2020 se agregaron los países de Zimbabue, Sudán, Líbano, Surinam y Libia, todos de un alto grado de miseria.
La lista es encabezada por Venezuela, luego tiene a 5 países africanos y de oriente próximo envueltos en guerras civiles, y luego está Argentina, que según el índice es más miserable que Irán, Angola y Madagascar.
Para el caso de Argentina, el economista explicó que los datos que compiló para la Argentina son: desempleo de 11,8%, inflación de 44%, tasa de interés del 29,4% anual y caída del PBI per cápita del 9,8%, lo cual da los 95 puntos que figura en el Índice.
Siguiendo los datos del INDEC, que difieren levemente de los números que tomó Hanke, también se llega a 95 puntos, probando la robusticidad del método. Según el órgano gubernamental de estadísticas, en Argentina la tasa de desempleo fue del 11%, la inflación del 36%, la tasa de interés del 37% anual, más una caída del PBI por habitante del 11%.
En comparación, un país tan criticado por el presidente argentino Alberto Fernández como Brasil, cerró 2020 con 53,4 puntos de miseria, y desapareció del Top 10 del índice.
Cabe aclarar que a diferencia de otros indicadores que hablan del desarrollo humano o de la calidad de vida en un país, este índice castiga severamente a los países de alta inflación. Según Hanke, vivir en un contexto de alta inflación destruye cualquier capacidad real de ahorro, e impide que la gente pueda planificar sus vidas a futuro, una de las cosas que el economista asegura que genera más miseria.
El ranking, de todos modos, es un indicador coyuntural, no estructural. Por eso se toma la tasa de desempleo y no la de pobreza; se incluye la variación del PBI y no el tamaño de la economía; la tasa de interés y no el grado de bancarización; y deja de lado indicadores de salud y educación.
Estos puntos sí son cubiertos por el Índice de Desarrollo Humano de la ONU o los informes de competitividad del Banco Mundial y el Foro de Davos, pero son rankings que toman en cuenta la “capacidad instalada” que ya tiene un país, y no lo mal que la gente la está pasando en el momento relativo a cómo estaban antes, algo que el índice de Hanke si revela.

Alberto Fernández.
La idea de agrupar estas variables y desarrollar un ranking no es nuevo. En los 60s, Arthur Okun, el asesor económico del presidente demócrata Lyndon B. Johnson, encontró la manera de resumir el “grado de malestar o miseria” de un país con un solo índice, que se lo presentaba al mandatario cada vez que hablaba sobre un país con su equipo de relaciones exteriores.
Este primer índice, que fue luego publicado por varios años por la agencia Bloomberg, tomaba solamente la tasa de inflación y desempleo. Años más tarde, en la década del 90, el famoso economista liberal Robert Barro, profesor de la Universidad de Harvard, tomó el concepto y le agregó también la tasa de interés y la variación de PBI.
Barro desarrolló este índice y lo aplicó a todas las presidencias de Estados Unidos a lo largo de la historia, descubriendo que los presidentes que más redujeron la miseria en sus mandatos fueron Harry Truman (-10,18), Ronald Reagan (-9,61) y Bill Clinton (-3,27), mientras que los que más la aumentaron fueron Richard Nixon (+9,21), Jimmy Carter (+7,00) y Dwight Eisenhower (+5,68).
Finalmente, en 2019 Steve Hanke tuvo la idea de publicar este mismo índice pero aplicado a todos los países del mundo, explicando que “la condición humana se ubica en un vasto espectro entre ser miserable y ser feliz. En la esfera económica, la miseria fluye de altas tasas de inflación, costo del crédito y desempleo. El modo más seguro de mitigarla es el crecimiento económico“.
“Si todo lo demás se mantiene igual, la felicidad tiende a aumentar cuando el crecimiento es fuerte, la inflación y el costo del crédito son bajos y abunda el empleo”, detalló el economista norteamericano para explicar cómo los indicadores económicos afectan tan fuerte a la miseria humana.

Steve Hanke.
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