Como en las elecciones de 2016, el Gobierno argentino vuelve a poner todas sus fichas en la derrota de Donald Trump el 3 de noviembre.
En 2016, el entonces presidente Macri puso todas sus fichas en el triunfo de la demócrata Hillary Clinton, luego de una reunión en privado que había tenido con el ex presidente Bill Clinton en septiembre de ese año, antes de participar en un panel del Foro Económico Mundial, que cerró diciéndole al marido de la entonces candidata, “lo esperamos en 2018 en Argentina como Primer Caballero“.
Macri había arreglado con los Clinton que el FMI estaría a su disposición ante cualquier eventualidad económica, que finalmente llegó en abril de 2018 y, a pesar de haber apostado mal, el presidente Donald Trump decidió interceder para ayudarlo.
Esta vez la situación es parecida, pero con todo el arco corrido más a la izquierda. Es ahora el kirchnerismo el que apuesta a la victoria del demócrata Joe Biden. Los equipos de Alberto Fernández y de los demócratas ya habrían tenido una serie de charlas y el Gobierno habría pedido una solución al problema de la deuda, con un FMI más cooperativo, a cambio de entregarle la presidencia del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) al Partido Demócrata.
Es así que desde hace casi un mes hay una enorme disputa política entre Alberto Fernández y Donald Trump en la región, donde el primero ha apostado todo a que el segundo sea derrotado a fin de año.
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Joe Biden y Hillary Clinton, las caras del Partido Demócrata que atraen tanto al macrismo como al kirchnerismo.
Fundado en 1959, el BID es una de las mayores entidades financieras del mundo junto al Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. Existe una costumbre en la que el BID es presidido por un latinoamericano, principalmente proveniente de Sudamérica, y los otros dos organismos internacionales son presididos por un estadounidense y un europeo, respectivamente, para mantener un aparente balance de poder en el mundo financiero.
Sin embargo, el BID ha sido foco de corrupción en las últimas décadas y ha posibilitado el desarrollo del socialismo latinoamericano a través de créditos impensables y con pocas proyecciones de devolución. Evidentemente, esta costumbre dejó de ser efectiva y el presidente Trump puso todo su esfuerzo en impulsar un cambio.
Este año se elegirá nuevo presidente del BID y la Casa Blanca rompió la tradición y presentó un candidato propio: se trata del abogado Mauricio Claver-Carone, de familia cubana y nacido en Florida, principal asesor en Asuntos de América Latina del Presidente Trump.
Claver-Carone tiene la elección casi asegurada, el apoyo de EE.UU., Brasil, Colombia y Canadá le otorgaría la victoria. Los otros dos candidatos son la costarricense socialdemócrata Laura Chinchilla y el argentino Gustavo Béliz, actual Secretario de Asuntos Estratégicos de Alberto Fernández.
Ninguno de estos dos candidatos se acercan a la cantidad de votos que tiene el estadounidense, pero el plan argentino, consensuado entre el chavismo y el “ala radical” del Partido Demócrata, es uno muy distinto.

Mauricio Claver-Carone.
La idea de la izquierda americana es que si los países Argentina, México, Chile y la delegación europea se abstienen de votar en septiembre, la elección sería reprogramada para marzo de 2021, luego de las elecciones en Estados Unidos.
Por lo tanto, la abstención de Argentina es la llave para que se posponga la votación, pero la apuesta conlleva un riesgo enorme.
Si gana Joe Biden y todo sale acorde al plan, el presidente demócrata retiraría la nominación de Claver-Carone y seguramente impulsaría a algún candidato propio cuyo nombre todavía no se conoce, aunque se habla de un economista mexicano, cercano a López Obrador que sería laxo con los desmanes del socialismo latinoamericano.
Sin embargo, si fracasa Joe Biden y Trump es re-electo, en marzo de 2021 no habría obstáculo para el triunfo de Claver-Carone al frente del BID, y Alberto Fernández quedaría expuesto al enojo del republicano.
Además, si Alberto Fernández pierde la apuesta, nada frenaría al FMI de soltarle la mano a Argentina, y con un BID liderado por Estados Unidos, el plan económico kirchnerista se derrumbaría muy rápidamente.
Más aún, un triunfo de Donald Trump implicaría nuevas sanciones contra China, que no le perdonará jamás haber permitido que la epidemia del coronavirus en Wuhan se convierta en una pandemia mundial.
Sanciones y aranceles contra China significan un enorme deterioro de su economía, y bajo estas circunstancias, el gigante asiático tendría dificultades en suplir la línea crediticia que actualmente está cumpliendo el FMI y el BID para con Argentina. Por lo tanto, la puerta de la ayuda china, quedaría totalmente cerrada.
De lo que no quedan dudas es que, así como Macri comprometió 2 años de política internacional por una pulseada sin sentido contra el presidente de los Estados Unidos, hoy el kirchnerismo podría estar en camino de cometer el mismo error, o incluso uno peor.
Por Martín Yapur, para La Derecha Diario.
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