Una política de Biden en África cancelaría la paz que negoció Trump en la región del Sáhara Occidental, y la paz entre Israel y Marruecos
Biden estaría considerando eliminar el reconocimiento que Trump le dio al Sáhara Occidental como territorio marroquí y así desechar el tratado de normalización diplomática entre Marruecos e Israel, histórico logro del ex mandatario estadounidense.
Según fuentes del medio ArabPost, el nuevo presidente estadounidense Joe Biden está considerando dar marcha atrás al reconocimiento que dio Trump al Sáhara Occidental como territorio marroquí.
Este rumor ha provocado que Marruecos e Israel congelen la firma del tratado de paz bilateral que Trump había logrado para que ambos países normalicen sus relaciones.
A cambio de este importante acuerdo, Trump había ofrecido reconocer la zona en disputa con la auto-proclamada República Árabe Saharaui Democrática (RASD), controlada por el socialista Frente Polisario, como territorio marroquí, poniendo fin a la disputa entre los países y facilitándole a Marruecos finalizar con la guerra en la región.
Hace apenas unas semanas, Estados Unidos había celebrado una cumbre conjunta con Marruecos a la que asistieron representantes de 40 países para apoyar la propuesta de Trump sobre la soberanía marroquí en la zona de conflicto.
A su vez, Argelia, reconocido aliado de la RASD, ha informado a través de un comunicado de su Ministerio de Defensa que el Ejército argelino está “decidido a frustrar todos los designios hostiles” que amenacen a su país o sus aliados, dando una fuerte amenaza al gobierno marroquí y reanudando el conflicto.
Pero esto no quedó solo en palabras, ya que tan solo unas horas después de la emisión de la proclama del Ministerio de Defensa, se pudo ver en imágenes a una importante parte del Ejército de Argelia realizar maniobras militares en la provincia de Tinduf, en la frontera con Marruecos. Inclusive, a los entrenamientos argelinos acudió el Jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas, Said Chengriha.
Tanques avanzados rusos propiedad del ejército de Argelia. Tras la compra de centenares de estos, en 2021 Argelia se ha convertido en el 27 mejor ejército del mundo y uno de los tres mejores de África.
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Por parte de las autoridades saharauis, el representante del Frente Polisario en América Latina, Mohamed Ali Ali Salem, le dijo al diario ruso Sputnik que el conflicto se va a ver recrudecido en los próximos días y que en vez de ataques lejanos y hostigamientos, habrán “batallas reales y presos de guerra“.
Los dichos fueron proseguidos el 23 de enero con una nueva rueda de prensa de autoridades militares de los Polisarios, en la que ratificaron su intención de comenzar una escalada militar real tras una “fase inicial de hostigamiento”.
También informaron el lanzamiento de cuatro misiles a bases militares del gobierno de sede en Rabat, pero la prensa oficial del rey marroquí Mohamed VI ha afirmado que apenas se ha tratado de un “acoso sin incidentes”.
En síntesis: en tan solo 4 días al frente de la Casa Blanca Joe Biden frustró la paz entre Marruecos e Israel, y la paz entre Marruecos y los demás países de la región del Sáhara Occidental.
Kais Saied, presidente devenido en dictador, ratificó su nuevo régimen autócrata y asumió todos los poderes del país. A pesar de su totalitarismo, más del 70% de la población le manifestó su apoyo en las últimas encuestas.
El Presidente de la República electo democráticamente, protagonista del golpe de Estado del 25 de julio y hoy ratificado como dictador, Kais Saied, anunció un plan de transición hacia su nuevo régimen totalitario en el que se extienden las medidas excepcionales y se forma un gobierno provisional.
A su vez, en las mismas declaraciones hechas por cadena nacional, Saied anunció enmiendas constitucionales y la evocación del Decreto 117 para suspender gran parte de la Constitución de Túnez.
Con este nuevo Decreto, el mandatario que había ingresado a la política como un candidato apartidario e independiente establece un nuevo orden constitucional, en el que asume todos los poderes del gobierno, incluyendo los legislativos, mientras el parlamento continúa suspendido.
Además, con este decreto se confirma que de la Constitución de 2014 solo se respetarán los principios generales y los derechos fundamentales, eliminando “provisoriamente” todos los demás artículos y estableciendo que los textos presidenciales no pueden ser objeto de nulidad, suprimiendo así a la Autoridad para la Revisión de la Constitución.
Hasta el momento, los partidos opositores denunciaron el golpe y advirtieron a la comunidad internacional el rumbo autoritario del oficialismo.
Sin embargo, la crítica más importante llegó del lado del lado de la Unión General de Trabajadores de Túnez, el sindicato más grande del país, que anunció su rechazo al nuevo régimen de gobierno, y aseguran estar decepcionados al no haber sido consultados por Saied antes de tomar la decisión de emitir el Decreto 117.
Cellou Dalein Diallo, el ex mandatario y principal líder opositor al depuesto gobierno socialista, se juntó con los militares golpistas de Guinea y proclamó una alianza contra la izquierda.
El golpe de Estado cívico-militar en Guinea empieza a dar los primeros indicios de qué tipo de políticas pregonará para sacar al país de la profunda crisis institucional, política, social y económica que enfrenta.
Luego de algunas dudas de para qué lado iría el nuevo gobierno de facto de Mamady Doumbouya, esta semana el principal líder de la oposición guineana, el liberal Cellou Dalein Diallo, anunció su apoyo al golpe de Estado y afirmó que estará trabajando junto a ellos para sacar al país de la ruina.
Diallo aseguró que se realizó un “acto histórico que completa la lucha” contra los sectores socialistas que querían reformar la Constitución, al deponer al autoritario y corrupto presidente de izquierda Alpha Condé.
El economista Cellou Dalein Diallo fue primer ministro de Guinea entre 2004 y 2006 con su partido, Unión de las Fuerzas Democráticas de Guinea, que es centrista en temas sociales pero muy liberal en lo económico, incluso pertenecientes a la Internacional Liberal.
Así, el nuevo gobierno se consolida en un fuerte viraje hacia la derecha, luego de varios años de gobiernos socialistas sin legitimidad popular donde la corrupción reinaba y se había reformado la Constitución permitiendo la reelección indefinida.
Algunas de las primeras medidas de los militares en el poder tras su asunción la semana pasada fueron la imposición de un toque de queda para aplacar protestas de seguidores del depuesto presidente Condé, la sustitución de los gobernadores socialistas por militares, el inicio de un plan de transición hacia un gobierno de unidad y la puesta en libertad de los 79 presos políticos que habían sido arrestados arbitrariamente por oponerse al anterior gobierno socialista. A su vez, el Banco Central congeló las cuentas de los funcionarios del gobierno previo, todos imputados por corrupción.
Por ahora, el régimen de Doumbouya mantiene altísimos niveles de aprobación y la gente parece defender su gobierno con celebraciones en las calles. Pero si el nuevo gobierno militar no logra superar la crisis económica y sanitaria que azota al país, además de generar una transición ordenada hacia la democracia nuevamente, el caos solo volverá.
Guinea, a su vez, se encuentra ante un gran desafío internacional. Tanto la Unión Africana (UA) como la Comunidad de Estados del África Occidental (CEDEAO), una especie de Unión Europea en el oeste de África, suspendieron a Guinea provisoriamente de sus instituciones, cortándoles la ayuda económica que estaban recibiendo hasta el momento, como forma de presión contra el golpe.
Los islamistas perdieron el 90% de sus escaños parlamentarios, al obtener solo 12 asientos de un total de 395, tras una histórica derrota electoral.
El islamista Partido Justicia y Desarrollo (PJD) sufrió un histórico batacazo electoral en las elecciones legislativas del pasado 8 de septiembre, donde los analistas coinciden en que se produjo un voto de castigo de los marroquíes a los islamistas tras una década al frente del gobierno.
El líder del PJD y primer ministro del gobierno saliente, Saadedín Otmani, presentó su dimisión de la presidencia del partido, al igual que el resto de los miembros de la dirigencia, y convocaron una reunión extraordinaria de la asamblea partidaria el próximo 18 de septiembre para “evaluar las elecciones y tomar las decisiones adecuadas”.
Los islamistas perdieron el 90% de sus escaños al obtener solo 12 asientos de un total de 395, teniendo en cuenta que tenían 125 en la legislatura anterior. El PJD resultó desbancado por su socio de gobierno, el centrista Agrupación Nacional de Independientes (RNI, en sus siglas en francés), que se hizo con 97 escaños, y logró nombrar a Aziz Akhannouch como nuevo primer ministro.
Además de perder sus feudos electorales, la derrota del PJD fue tan pronunciada que ni siquiera el primer ministro saliente Otmani ha conseguido reelegir en su escaño de Rabat, histórico bastión de su partido.
En una declaración a la prensa leída por el vicesecretario del PJD, Slimane El Amrani, el partido calificó de “incomprensibles e ilógicos” los resultados porque consideran que no reflejan el verdadero mapa político del país y el peso del partido en el escenario político.
Los islamistas expresaron que la dirigencia asume la responsabilidad “en la gestión de esta etapa” y volvieron a insistir sobre irregularidades denunciadas ayer, como la compra masiva de votos, el rechazo de las autoridades de entregarles las actas tras el cierre de las urnas o las últimas reformas electorales que quitan peso a los grandes partidos.
Nuevo gobierno liberal
Pese a las denuncias de los islamistas, los analistas coinciden en que la derrota del PJD tiene que ver con un voto de castigo expresado por los marroquíes por su mala gestión económica y social durante la pasada década y la pérdida de carisma del partido.
El nuevo primer ministro será Aziz Akhannouch, un empresario secular que promueve el libre mercado en la economía y una profunda reforma cultural en el aspecto social.
Akhannouch representa el “ala liberal” de los partidos marroquíes que defienden la monarquía, una combinación que deja contenta a gran parte de la población, que pide a una persona de negocios para arreglar la economía, pero rechaza los pedidos de la izquierda por abolir la figura real.
La economía se convirtió en el principal tema de Marruecos, un país que se contrajo un 6% el año pasado durante la pandemia. “El estado de ánimo general, especialmente entre los votantes indecisos y enojados, era ‘terminemos con el reinado del PJD y probemos nuestras oportunidades económicas con otros partidos bien establecidos y pro-rey como el RNI’, que está dirigido por un magnate empresarial”, dijo Mohamed Bouden, director del Centro Atlas para el Análisis de Indicadores Políticos e Institucionales, con sede en Rabat.
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